jueves, 19 de febrero de 2015

QUÉ FASTIDIO, EL DINERO



¿Qué es el dinero?
Podríamos decir, que por dinero se entiende cualquier medio de pago generalmente aceptado por una comunidad, lejos de lo que piensa la mayoría de la gente, no satisface ninguna necesidad, su valor radica en la posibilidad de intercambiarlo por bienes y servicios, que sí tienen esta capacidad. Sabemos que el dinero no da la felicidad pero ¿es posible ser feliz sin dinero?

ROSA MONTERO
QUÉ FASTIDIO, EL DINERO

Qué fastidio, el dinero. Vivimos tan marcados, tan obsesionados, tan estructurados por el dinero que hoy nos resulta inconcebible imaginar un mundo libre de su presencia, una sociedad de trueque más elemental y más directa, en la que el valor de las cosas y  de las personas resida en ellas mismas y no en su traducción a unos papelitos de colores, o más bien a la idea de esos papelitos, porque cada día que pasa usamos más las tarjetas de crédito, y desde luego los verdaderos ricos apenas tocan el dinero real, la grosera cosa misma de los sucios billetes, a no ser que tengan que acarrear de acá para allá algún maletín lleno de fajos negros.

Ya sabemos que el dinero es el origen de un sin fin de atrocidades. Por el dinero se mata, se abusa, se guerrea; se expulsa a los ancianos de sus casas, se engañan inocentes, se prostituyen niños. Teniendo en cuenta tal cantidad de horror, incluso resulta frívolo decir que el dinero es un fastidio. Pero es que yo no quería hablar hoy de esos crudos extremos, sino de la agobiada y estúpida presión que el dinero cotidiano pone en nuestras vidas. Todo lo impregna, el maldito dinero; todo lo mancha. Y no hay manera de escaparse de su dictadura: porque sino tienes dinero estás perdido, pero tener dinero te envilece.
Con esto no quiero decir que todos los ricos sean por definición unos indeseables, sin embargo tener dinero, cualquier cantidad de dinero, ni tan si quiera es necesario que sea mucho, empequeñece, aprisiona y acobarda. De todos es sabido que el dinero posee una inquietante y paradójica cualidad que te hace desearlo más cuanto más tienes. El hambriento se sacia cuando come, pero el rico siempre ambiciona más... Pues bien, esta irrefrenable hambruna de billetes es una de las maneras de envilecerse.

Pero hay otras maneras de arruinarse la vida, y la principal es el miedo a perder lo atesorado. Es evidente que aquellos que nada tienes siempre son capaces de arriesgar más, mientras que las posesiones lastran de congoja y temor al que posee. Y así, a menudo terminamos aceptando un maltrato indecente por parte de nuestro jefe, o un empleo embrutecedor y odioso, sólo porque estamos pagando la hipoteca de una maldita casa que probablemente no necesitamos (o no la necesitábamos  tan grande, tan céntrica, tan cara, tan, tan …)De manera que, a la postre, muchos acaban trabajando no para si mismos, sino para una piscina; para una especie de palangana prefabricada de color turquesa en la cual terminan por ahogar su dignidad.

Pero por otra parte, y como es obvio, carecer de dinero tampoco te salva de la quema. Al contrario, en esta sociedad tan tiranizada por el grosor de las cuentas bancarias, ser pobre es estar en la nada, padecer el terror de la exclusión, vivir bajo la amenaza de la negrura. ¿No hay solución, entonces? Tal vez si: apañárselas para ganar lo suficiente y entender que lo suficiente posee un limite; y recordar que el dinero es sólo un instrumento  y que tener no es lo mismo que ser. Lo malo es que todos estos razonamientos, que son muy evidentes y sensatos exigen una disciplina y una fuerza de voluntad considerable, porque la presión del entorno hacia el dinero es tan intensa que resulta muy difícil vivir al margen. De modo que ahí estamos, temerosos de no tener suficientes para nuestra vejez, o totalmente humillados porque no ganamos tanto como nuestros vecinos, o atrapados en nuestras propias trampas adquisitivas, o enredados en una loca carrera contra nosotros mismos con tal de engordar un poco más la cuenta corriente. O sea, malgastando un tiempo sustancial de nuestras vidas en pensar en el dinero, ese fastidio.

Nota:Rosa Montero estará en Córdoba, el próximo lunes, 23 de Febrero, presentando nuevo libro.

2 comentarios:

  1. María del Rosario Porras20 de marzo de 2015, 3:08

    En mi opinión, este texto refleja la sensatez e inteligencia que excasean en las personas que tanto dinero tienen. Quiero referirme a que cuanto mas dinero tengas, menos humilde eres y las cosas que antes eran valiosas, empiezan a perder todo su valor... Las personas que constan de una tarjeta de crédito abundante no son incapaces de valorar lo que para las personas que no la tienen, es un lujo innecesario.
    Creo que es un texto que demuestra perfectamente lo sometidos que estamos por el dinero. Podríamos empezar a preocuparnos por los problemas realmente importantes y no por los regalos que vamos a comprar o por el vestido que necesitamos para la fiesta del fin de semana. Esto es muy aceptable y comprendido en la teoría pero dificilmente se pone en práctica.
    Para mí, la humildad es lo más valioso que podemos poseer como personas y deberíamos inculcar más esto en los jóvenes.
    Me parece un texto que dispone de una moraleja que todos deberíamos aprender.

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  2. "El dinero no da la felicidad" Esta frase tiene bastante razón, pero creo que estaría bien realizar un retoque, quedando así: "El dinero no da la felicidad, pero ayuda" En nuestra sociedad, el no tener dinero es uno de los mayores problemas que se pueden tener porque esta ausencia de dinero es una cadena que puede resultar fatal. Al no dar salida a tu capacidad de trabajo, no tendrás para gastar en bienes y servicios, por lo que las empresas sufrirán un golpe duro en sus ventas. Creo que el dinero ha modelado la sociedad totalmente ya que hoy en día exceptuando el aire que respiramos todo se paga con dinero. Quizás sea un problema depender tanto del dinero, pero la sociedad materialista y capitalista que tenemos es la que rige las normas y la que dictamina sentencia. Por eso, la buena formación académica y posteriormente profesional te abrirá muchas puertas para conseguir un trabajo que generará dinero, y así, al menos, tendrás menos cosas por las que preocuparte.

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